Gabriela Mistral: Entre Darío y Sandino

 

Estas breves notas tituladas “Gabriela Mistral: entre Darío y Sandino”, pretenden exponer de manera sucinta la estrecha relación que la poeta chilena tuviera primero, con el más universal de los nicaragüenses, Rubén Darío y, después, con el Héroe Nacional, General Augusto C. Sandino, ambos, máximos referentes de patriotismo en Nicaragua.

Para efectos de este texto, se abordará su relación con Rubén, siendo él todo un fenómeno literario de la lengua española y ella una docente de castellano en su país natal. Así mismo, su relación con Sandino quien libraba la Guerra de Liberación Nacional en Nicaragua, mientras ella se había convertida en una poeta consagrada en la literatura Nuestraméricana.

Mistral fue una escritora de la Patria Grande y por tanto martiana y bolivariana. No es gratuito entonces, que una pensadora y artista de las letras, de la talla de Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga o simplemente Gabriela Mistral, lectora voraz de Rubén Darío, e identificada ella misma como su discípula, además Premio Nobel de Literatura de 1945, se identificara con el pensamiento y acción del General Augusto C. Sandino. Por tanto, Mistral también fue rubendariana y sandinista como lo veremos a continuación.

Mistral y Darío

Gabriela Mistral nace en Vicuña, Chile, el 7 de abril de 1889, nueve meses antes que viera luz la publicación que fundara el Movimiento Modernista: Azul…, Rubén a sus 21 años se posiciona a la cabeza de este movimiento, precisamente en el Chile de Mistral, aunque ella si quiera había nacido. Este es un elemento de fondo para la creciente admiración intelectual que desarrolló la poeta a lo largo de su vida.

En el año 1912 Rubén ya había publicado sus tres obras cumbres, era mundialmente conocido y nadie en ningún lugar del planeta podía prescindir de su figura intelectual, se encontraba en París y desde su patria universal, dirige la revista Mundial y colabora en Elegancias, otra revista parisina, dedicada a la mujer. En esas funciones, Rubén emprende una gira por España, Portugal y Sudamérica para promover la revista Mundial. No obstante, estando en Buenos Aires (su Patria intelectual), cancela su viaje a Chile por razones de salud. En esta ocasión Gabriela Mistral, una joven de 23 años, docente de castellano e Historia en Los Andes, Chile, dirige su primera, de dos epístolas al ídolo de su generación, en ella la poeta acusa la frustración que sintió al saber que Rubén cancelaba su viaje:

“Nuestro grande y nobilísimo poeta:

Soy una que le aguardaba al pie de los Andes para presentarle su devoción y la de sus niñas —discípulas—— que charlan de Ud. familiarmente, después de decir su «Cuento a Margarita» y su «Niña-rosa». Pero Ud. no vino y yo le mando en estas hojas extensas toda aquella cosa pura y fragante que es el querer de cien niñas a un poeta que les hace cuentos como nadie jamás los hizo bajo el cielo!”.

En ese primer párrafo deja claro su devoción rubendariana demostrándola al citar el recién publicado poema A Margarita y termina diciendo que no ha habido jamás poeta bajo el cielo de la talla de Rubén. Una vez declara su admiración intelectual, aprovecha la oportunidad que ve en Darío para que la favorezca en el duro campo intelectual, tanto más difícil para Mistral por ser una joven mujer del Sur, del fin del mundo, de principios del Siglo XX. Y prosigue la carta en los siguientes:

“Poeta: yo, que soy mujer y flaca, por lo tanto, y que por ser maestra tengo algo de las abuelas —la chochez— he dado en la debilidad de querer hacer cuentos y estrofas para mis pequeñas. Y las hecho (sic); con rubores lo confieso a Ud. Yo sé que Ud. es tan grande como bueno.

Pretendo — ¡pretender es!— que Ud. me lea lo que le remite, a saber, un cuento original. Muy mío, y unos versos, propios en absoluto.

Pretendo — ¡pretender es!— que si Ud. sonríe con dulzura fraternal leyéndolos haya por ahí núcleos de semillas que dicen algo, una promesilla para el futuro, en «Elegancias» o en «Mundial». Ud. me las publique”.

Mistral, que para ese entonces solo era Lucila Godoy (así firma esta carta), reconoce su desventaja por su condición de mujer, sin embargo, va directo y le pide a Rubén que le publique sus creaciones literarias en las revistas que él dirige en París.  Es decir, ve en Rubén la única opción para poder triunfar en la literatura fuera de su país natal, que se encuentra en la periferia de la intelectualidad y de todos los sentidos, así continúa su epístola al Bardo Rey (Rubén):

Yo, Rubén, soy una desconocida; yo no publico sino desde hace dos meses en nuestros «Sucesos». Yo, maestra, nunca pensé antes en hacer estas cosas que Ud., el mago de la Niña-Rosa, me ha tentado y empujado a que haga. ¡Es Ud. culpable de tantas cosas en el Campo juvenil! ¡Si supiera, si supiera!

Además de verlo como un camino para su éxito en la intelectualidad, confiesa que a partir de sus lecturas rubendarianas empezó a incursionar en la creación literaria. Sería arrogante decir que sin Rubén no tendríamos a la Premio Nobel Mistral, pero se cometería injusticia omitir la clara influencia de Rubén sobre el arte de esta poeta chilena.

Aunque hasta hoy no haya referencias sobre alguna contestación de Rubén a Gabriela, sabemos que la carta llegó a su destino y su gestión surtió efectos, como lo prueba la segunda misiva en la que le agradece a Rubén la publicación en Elegancias de su cuento y de sus versos. Según Oliver Belmás, el cuento era el titulado La defensa de la belleza, y el poema, El ángel guardián.

Por su parte, Rubén atinó al percibir la profundidad del talento que poseía la joven Lucila Godoy, quien 33 años más tarde se convertiría en la primera latinoamericana en convertirse en Premio Nobel de Literatura. Después de la muerte de Rubén en 1916, Mistral siguió consecuente con su rubendarianismo:

Nuestra América no ha producido hasta hoy, que yo sepa, sino dos verdaderos cráteres de creación genuina. Ellos son, para mí, repito, la Escuela de Pintura de México, con su punta bicéfala (Rivera - Orozco), y su grupo de discípulos; y el hombre solo y solitario que, sin alharacas hizo un vuelco en la poesía castellana entera: el buen indio Rubén Darío.

Rubén Darío, que todo lo fecundó y de todo proveyó a nuestra raza (poetas, narradores y críticos) … Rubén que no tuve la fiesta pascual de conocer.

Frustración de Gabriel no haber conocido personalmente a Rubén, no obstante Darío fue para Mistral, la fuente intelectual a seguir, fue su mentor y ella admite que empieza a escribir cuentos y versos por Rubén. En 1932 en su escrito "Una vida de Rubén Darío" proponía un “Curso Rubén Darío” para las Universidades, en los siguientes términos:

Es tiempo ya de ir pensando en unos Cursos Rubén Darío para las universidades españolas y latinoamericanas, y las secciones de español de las de los Estados Unidos.

Ese curso se lo seguimos debiendo a Rubén incluso en su patria natal, Nicaragua.

Mistral y Sandino

En Nicaragua se conoce más la relación de Mistral con el Héroe Nacional Augusto C. Sandino, con quien tampoco se conocieron, pero intercambiaron cartas o recados que llegaban hasta el cuartel general de Sandino en El Chipote. Entre los años 1928 y 1931 la voz de la poeta chilena se dejó sentir en favor de Nicaragua y la causa sandinista, protestando enérgicamente contra la invasión yanqui en la tierra de Sandino.

El 7 de junio de 1931 publica en Nueva York un artículo titulado “La cacería de Sandino”. Eran tiempos en que la expectación del mundo estaba sobre Nicaragua y la lucha de Sandino, quien hacía cinco años estaba batallando contra la potencia militar más grande del momento; que Sandino estuviera vivo y luchando era una epopeya que nadie se podía creer.

Es en ese contexto que Mistral publica este artículo en contestación a las palabras del presidente de Estados Unidos al tildar a Sandino como fuera de la ley y como un bandido, a lo que se añadía el calificativo que le daba el New York Time: jefe militar desequilibrado. Sin embargo, Mistral deja establecido que contrario a lo que decía el gobierno de Estados Unidos, Sandino era un Héroe.

En el segundo párrafo acusa directamente a los políticos de Nicaragua, quienes tenían una larga tradición de ser yancófilos y se repartían el poder, según los designios de Estados Unidos; por lo que Sandino es para Mistral, un actor contracultural en términos políticos, ideológicos y social, frente a los políticos tradicionales de su época, Mistral acusa en los siguientes términos:

“Los desgraciados políticos nicaragüenses, cuando pidieron contra Sandino el auxilio norteamericano, tal vez no supieron imaginar lo que hacían y tal vez se asusten hoy de la cadena de derechos que han creado al extraño y del despeñadero de concesiones por el cual echaron a rodar su país”.

El despeñadero por el cual esos políticos echaron al país, surtió en una sangrienta dictadura militar auspiciada por Estados Unidos, la cual fue liquidada el 19 de julio de 1979 con el triunfo definitivo de Sandino forjado por la vanguardia del FSLN.

Pidieron ayuda militar a los Estados Unidos porque por sus medios no podía enfrentar a la fuerza sandinista, que era la fuerza del pueblo campesino y trabajador de Nicaragua, y en ese afán constituyeron la Guardia Nacional en 1927 con el propósito de darle cacería a Sandino, aniquilarlo físicamente y tres años antes que consumaron los hechos, Mistral le estaba advirtiendo a los políticos de los Estados Unidos, Sandino no es un héroe aislado, sino una síntesis de la raza hindohispana:

Lástima grande que la cabeza enlodada del herrero, que la prensa yanqui llama de “bandido”, sea, por rara ocurrencia, una cabeza a la cual sigue anhelante el Continente donde vive toda su raza y una pieza que desde Europa llaman de héroe nato, y de criatura providencial los que saben nombrar bien.

Mr. Hoover, mal informado a pesar de sus veintiún embajadas, no sabe que el hombrecito Sandino, moruno, plebeyo e infeliz, ha tomado como un garfio la admiración de su raza, excepto uno que otro traidorzuelo o alma seca del Sur.

Nos hará vivir Mr. Hoover, eso sí, una sensación de unidad continental no probada ni en 1810 por la guerra de la Independencia, porque este héroe no es local, aunque se mueva en un kilómetro de suelo rural, sino rigurosamente racial. Mr. Hoover va a conseguir, sin buscarlo, algo que nosotros mismos no habíamos logrado: sentirnos uno de punta a cabo del Continente en la muerte de Augusto Sandino.

Mistral compara la lucha de Sandino únicamente con las guerras de independencia que iniciaron en 1810, no ve a Sandino como un sujeto aislado que lucha por su patria, sino como un héroe de la Patria Grande, y lo compara con los independentistas Páez, Morelos, Carrera y Artigas. Sandino es para Mistral, una síntesis de los saberes y sentires del Sur, de los oprimidos, de los que han sufrido saqueo y violencia, de la periferia.

Y advierte concomitantemente que, a la muerte de Sandino, Estados Unidos no se enfrentara solamente a Sandino, sino a la unidad de punta a punta del continente nuestro americano. 

Gabriela no se queda en apologías, recados o contestaciones, sino que actúa solicitando públicamente a políticos de Nuestramérica una colecta continental para la causa sandinista: “Nunca los dólares, los sucres, o los bolívares sudamericanos, que se gastan tan fluvialmente en sensualidades capitalinas, estarán mejor donados”. Y en un mensaje, que insta a formar la Legión Hispanoamericana de Nicaragua, motiva a cientos de jóvenes a abandonar hogares y universidades “para ofrecerle a Sandino lo mejor que puede cederse, que es la sangre joven, y una lealtad temeraria que sólo la juventud puede dar”.

Y en efecto, fueron innumerables la cantidad de jóvenes latinoamericanos que vinieron a engrosar las filas del EDSN, que ofrendaron su sangre junto a la de Sandino para liberar a nuestra patria, una lección de solidaridad internacional por la defensa de los pueblos oprimidos.

Ante tal colaboración internacional sobradas razones de gratitud tendría el hombrecito de Niquinohomo para honrar a Gabriela Mistral como la abanderada intelectual del Sandinismo, Benemérita del EDSN. 

A manera de conclusión, diremos que la relación de la chilena Gabriela Mistral con los más representativos nicaragüenses de su época, fue la más genuina: en Darío vio su mentor intelectual cuando ella era una desconocida, y en Sandino la síntesis de los saberes y sentires del Sur, un Héroe de la Patria Grande. Así resumen su admiración por estos ciudadanos de Nuestra América:

Augusto Sandino, fue un patriota y revolucionario nicaragüense. Es Héroe Nacional de Nicaragua y junto con el poeta Rubén Darío constituyen la máxima expresión de la nacionalidad nicaragüense.

 

Bryan Dávila

 

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