Otra vez en Managua
En la parada de
buses, matutina,
Hoy la vi, fresca y
bella, divina,
Su negra cabellera
cual cortina,
Entrenzando el día
en su rutina.
Más joven, más guapa,
tan bonita,
Aunque pase
desapercibida,
Por asomo notó mi despedida,
En su brillo, mi
mirada infinita.
Otra vez en Managua
nos hallamos,
El destino caprichoso
giró,
Y en su luz radiante
nos cruzamos,
El corazón vibra y
añora,
El reloj se detiene,
el alma aflora,
En esta historia que
el tiempo selló.
Azaroff
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